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Cambio Climatico y Pobreza

El cambio climático (CC) potenciará las vulnerabilidades ya existentes en los pobladores y sus posibilidades de desarrollo, fenómeno que podría resultar en una potenciación de la pobreza si no se aplican las políticas necesarias para favorecer la adaptación de las comunidades más pobres.

Será necesario contar con políticas destinadas a la reducción de emisiones de GEI, y con otras que abarquen tanto medidas de mitigación como de adaptación al medio. Se plantea de este modo dado que  los países más afectados por CC serán aquellos en vías de desarrollo, por su alta dependencia a los recursos naturales  y su limitada posibilidad de adaptación a las futuras condiciones climáticas sin ayuda externa.

La adaptación de las comunidades pobres a los efectos del CC deberá integrarse a  las políticas de desarrollo humano, institucional y financiero y de áreas tales como medioambiente, energía, economía y bienestar social. También se deberá integrar a la estrategia el manejo de los recursos naturales, el desarrollo de tecnologías e infraestructuras y el fortalecimiento y capacitación de las comunidades involucradas para promover su adaptación y asegurar su continuidad.

Los impactos del CC sobre el sustento de los pobladores pobres estarán dados principalmente en los siguientes aspectos:

  • Servicios y Bienes Ambientales: las poblaciones carenciadas usualmente dependen directamente de los bienes y servicios provistos por los ecosistemas, tanto como fuente primaria como suplementaria de alimentos, forraje, material para la construcción y combustible. El CC degrada la calidad de estos recursos y, por lo tanto, refuerza las condiciones de pobreza.
  • Agua: Se proyecta que el CC reduzca aún más su disponibilidad debido a un aumento en la frecuencia de sequías, aumento de la evaporación y cambios en los patrones de precipitación. En Argentina se espera una reducción de las precipitaciones en la región cuyana y aumento de las lluvias en la Cuenca del Plata, aumentando el riesgo de inundaciones.
  • Agricultura y Seguridad alimentaria: Cambios en la temperatura, precipitación y extremos climáticos se sumarán al estrés de los recursos agrícolas. Esto será particularmente serio en aquellas áreas donde las sequías y la degradación de la tierra, incluyendo la desertificación, son actualmente severos. Se espera que sea necesario el uso de nuevas tecnologías de labranza y la aplicación de mayor cantidad de fertilizantes, perjudicando a los pobladores pobres que no tendrán acceso a los recursos necesarios.
  • Salud: Directamente el CC afectará en el incremento de las enfermedades y muertes vinculadas con un aumento de la temperatura, además de muertes y lesiones a causa de eventos climáticos extremos. Indirectamente afectaría en la distribución geográfica de enfermedades y aumento de enfermedades asociadas al suministro de agua como el cólera y la diarrea.
  • Desplazamiento involuntario, migraciones y conflictos: Podrían llevarse a cabo migraciones en masa debido a la degradación de recursos cruciales y amenaza de los medios de subsistencia.

Los cambios graduales a largo plazo, suelen ser tan dañinos como los cambios abruptos a los que tanto tememos.

Fuente: Dirección de Cambio Climático, Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable. http://www.ambiente.gov.ar/?idseccion=29

Metano Ganadero

Las actividades agrícolas y ganaderas contribuyen directamente a la emisión de gases efecto invernadero (GEI), la mayoría de este tipo de emisiones son ocasionadas por la actividad ganadera que, después del sector energético, es la actividad económica más implicada, aportando el 35% de las emisiones totales del país. Conocer esta influencia obliga a comprometernos con la defensa de nuestro planeta.

La producción de metano es parte de los procesos digestivos normales de los animales: durante la digestión, los microorganismos presentes en el aparato digestivo (bacterias metanogénicas) fermentan el alimento consumido por el animal. Entre las especies ganaderas , los rumiantes (bovinos, caprinos, ovinos) son los principales emisores de metano.

En los animales no rumiantes (porcinos, equinos, asnales) la fermentación ocurre en el intestino grueso, que tiene una menor capacidad de producción de metano. Debido a que esta producción es el resultado de procesos digestivos, la cantidad de metano emitida varía con el tipo de animal, su naturaleza, cantidad y digestibilidad de alimento consumido y con el nivel de producción.

El manejo del estiércol del ganado produce emisiones de metano y de oxido nitroso diferentes dependiendo de la dieta de los animales; cuanto mayor contenido energético y digestibilidad posee el alimento, mayor es el potencial de emisión de metano (por ejemplo, los animales en feedlot que mantienen una alimentación muy energética producen el doble de metano que aquellos mantenidos con forrajes de baja concentración energética).

En el sector ganadero, el óxido nitroso producido por el estiercol desde los campos de pastoreo aporta cerca del 43% de las emisiones, el resto, casi en su totalidad, es metano producto de la fermentación entérica en su mayoría proveniente del ganado bovino.

Al considerar las condiciones naturales para la producción ganadera en nuestro país, resulta muy probable que continúe desarrollándose en condiciones extensivas con sus características actuales. Para contribuir entonces a la disminución de emisiones se deberá:

  • Incrementar la velocidad de producción a través del mejoramiento de las pasturas.
  • Implementar procedimientos adecuados de sanidad animal.
  • Mejorar el manejo del rodeo.
  • Crear elementos de promoción de las reducciones de metano.

Basado en:

Estudio de mitigación de emisiones a través de la reducción de las emisiones de metano entérico elaborado por la Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación; y en www.inta.gov.ar/ediciones/idia/carne/carneo03.pdf

Más Cerca del Deshielo

Cierto, estamos ante un acontecimiento que llama la atención de todos. A através de los diferentes medios, estamos siguiendo, minuto a minuto, la precoz caída del glaciar Perito Moreno.

Sin dudas un hecho fascinante para todos los habitantes del sur argentino que pueden acercarse a contemplar tan increíble espectáculo, y también para los que estamos un poco más lejos, que aún a pesar de la distancia las imágenes nos llegan, nos emocionan (claro, con un poco de ayuda de la música de los tapes que transmiten por tv) y nos hacen pensar «qué grande es la naturaleza»… tan mágica… tan fuerte… tan maravilla única.

Sin embargo, desde este espacio no podemos omitir la obvia, pero también necesaria pregunta ¿cuánto de la acción nuestra, tiene que ver en el desmoronamiento temprano de este patrimonio de la humanidad?… ¿Es que seguimos con esta compulsión a deteriorar el patrimonio público? Este es el patrimonio de todos, no ME paretenece sino que NOS pertenece y le pertenece también a las generaciones que están por venir.

No nos damos cuenta de cómo es nuestra contribución, pero debiéramos tomar conciencia en algún momento y comenzar por lo que esté a nuestro alcance. Tal y como venimos sosteniendo desde nuestra primera comunicación.

De hecho, de acuerdo a la segunda comunicación Nacional elaborada por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, el 71% de las emisiones de gases efecto invernadero (GEI) provienen de las áreas metropolitanas, de las cuales el 61.3% son producidas por el transporte no masivo, es decir autos particulares. Ya tenemos un lugar por donde comenzar.

Nuestra contribución al aumento del efecto invernadero podría mitigarse de algún modo si decidiéramos utilizar con mayor frecuencia el transporte público (aunque resulte sacrificado). El tranvía resulta clave como medio no contaminante, aunque es necesario que vuelva a funcionar cubriendo mayores distancias.

En función de la emisiones de GEI en las rutas nacionales existen algunas medidas de mitigación que podrían resultar favorecedoras como:

  • Cambio de combustible
  • Buenas prácticas de manejo
  • Control de velocidad
  • Cambio modal de camión a ferrocarril (esta última debiera ser analizada con mayor detalle, ya que es esencial, no sólo para la disminución de las emisiones de GEI sino también para el desarrollo económico y social del país).

Si sólo aplicáramos las tres primeras  medidas mencionadas, la reducción de emisiones de GEI sería del orden de las 3 millones de toneladas de CO2 anuales.

Inventario

 En el día de la Agricultura Nacional, sería interesante que por un momento nos detengamos a pensar y analizar cuáles de las actividades que realizamos como sociedad en funcionamiento, como grupo, no sólo como individuos, contribuyen mayoritariamente a la emisión de Gases Efecto Invernadero (GEI), de modo que tomemos «cartas en el asunto» colectivamente, por supuesto.

De acuerdo al inventario nacional correspondiente al año 2000 y al reporte final de la Segunda Comunicación Nacional de la Secretaria de Ambiente y Desarrollo de la Nación sabemos que el 91% de las emisiones de GEI provienen el 44% de la agricultura y ganadería y el 47% de la producción y consumo energético.

¿Cómo es posible?

En lo que respecta a la ganadería y agricultura, contribuyen fuertemente la fermentación entérica de los rumiantes (principalmente las vacas) y el uso intensivo y extensivo de los suelos agrícolas (actividad que potencia la desertificación de algunas zonas).

Por otra parte, las emisiones de GEI provenientes de la producción y el consumo energético, sabemos que se originan a partir del transporte y las industrias productoras de energía (entre ambas suman el 57% de este bloque), además de contribuir también las fugas en la producción de gas natural y el consumo en las zonas residenciales.

No es un dato menor que existe también un 9% de emisiones provocadas por procesos industriales (industria química, minerales, cemento, cal, producción de metales, etc.) y residuos (tanto sólidos como las aguas residuales industriales y domésticas).

Ahora que sabemos esto… ¿qué estamos en condiciones de hacer?

Comportamiento Humano

La forma en que las personas percibimos nuestro ambiente y las actitudes y comportamientos que desarrollamos hacia él, dan origen al Cambio Climático (CC).

Las actividades a través de las cuales alteramos el clima se pueden clasificar en dos grupos: las que aumentan la emisión de Gases Efecto Invernadero (GEI) y las que disminuyen su captación natural, principalmente la tala de bosques.

Contribuimos al CC cada vez que utilizamos nuestro auto, encendemos el aire acondicionado, viajamos en avión, etc. Sin olvidar que consumimos productos que provienen de procesos industriales que también producen GEI.

Los ciudadanos no siempre somos conscientes de este problema dado que nos cuesta hacer relaciones entre nuestra forma de vida y el CC. Por otra parte, no basta sólo con buena información para lograr cambios en nuestro modo de actuar. De hecho, en primera instancia, la mayoría de las personas podríamos estar a favor del cuidado del planeta, pero ¿estaríamos dispuestos a hacer esfuerzos personales para reducir la emisión de GEI?, ¿restringir el uso de nuestro auto?, ¿moderar el uso del aire acondicionado?, ¿pagar un precio más alto por un aparato que consume menos energía?, ¿llevar estilos de vida más austeros?, ¿tomarnos el trabajo de separar nuestros residuos para que puedan ser reciclados? En el caso de ser empresarios ¿pagar más impuestos para la implementación de programas de reducción de gases de efecto invernadero?, ¿invertir en tecnologías menos contaminantes, aunque esto disminuya el margen de ganancias?.

Algunas creencias que dificultan nuestro cambio de actitud hacia el cuidado del medioambiente son, por ejemplo: «los científicos ya encontrarán una solución para el problema», «la naturaleza es lo suficientemente fuerte como para resistir los impactos de la industrialización», «la industria se reconvertirá a tiempo parar desarrollar tecnología no contaminante»… entre muchas otras.

También algunos de nuestros valores contradicen ciertos comportamientos para la preservación del planeta, vale citar: «el confort de la vida moderna es más importante que el cuidado del planeta», «tenemos derecho a dominar la naturaleza», «somos más importantes que el resto de las especies», «estamos más allá de las leyes de la naturaleza», «tenemos el derecho de utilizar todos los recursos naturales que podamos».

Una persona preocupada por el cambio climático puede preguntarse ¿tiene sentido que me esfuerce en tomar actitudes diferentes si el resto no lo hace? Y es aquí donde necesitamos de las políticas ambientales y los programas de gestión ambiental, buscando, a través de campañas y programas participativos, movilizarnos hacia objetivos comunes de respeto ambiental. Por ejemplo: una política pública  tendiente a un transporte más ecológico podría incluir acciones como: regulaciones para el uso individual del auto, buenas ofertas de transporte público, diseño de ciclovías, nuevas modalidades  de organización comunitaria de traslados, y demás ideas.

Hoy el problema del CC ha llegado a un punto en su desarrollo en el que es imposible evitarlo. No sabemos si seremos capaces de controlarlo, desacelerarlo o mitigarlo, pero una cosa está clara: el éxito depende del trabajo en equipo, no sólo para tomar conciencia, sino también para desarrollar actitudes de cuidado ambiental tanto en la agenda pública como en nuestra vida diara.

 

Clima de Consumo

No es muy novedoso mencionar que el mundo se está transformando aceleradamente y que en última instancia ello es consecuencia del rápido desarrollo tecnológico, particularmente de la informática y las comunicaciones a las que previsiblemente se sumará la biotecnología en el futuro cercano.
Este desarrollo es una de las causas de la aceleración del proceso de globalización en el terreno económico. Lo que es menos conocido, es que esta transformación está dando lugar a un fenómeno global inédito; por primera vez desde el comienzo de la era industrial, en las últimas décadas, incluso desde antes del despegue chino, el mundo subdesarrollado crece a ritmo más veloz (casi el doble) que el desarrollado. La gran tracción de este crecimiento proviene de Asia, y la demanda de recursos de todo tipo que esto genera, arrastra el crecimiento de América Latina e incluso de gran parte de África.

Si toda la población del planeta tuviera el nivel económico, ya no de los países más ricos sino de por ejemplo Grecia, se necesitarían los recursos de más de un planeta Tierra. Lo cierto es que la tendencia global hacia la homogeneización de la riqueza entre naciones, aún con muchas excepciones y todavía con enormes desigualdades, está poniendo a prueba la gran demanda sobre los recursos naturales y la consiguiente
escalada de sus precios.

Cabe advertir que si bien los recursos del planeta son finitos e incapaces de sostener indefinidamente el crecimiento exponencial de la demanda, se los debiera considerar elásticos por cuanto la inteligencia humana puede hacer un uso de los mismos crecientemente más eficiente.
El Cambio Climático (CC) es una de las resultantes del creciente consumo por habitante y del aumento de la población que en apenas 500 años pasó de 400 millones a 6.500 millones. En la diferencia del consumo por habitante, aparecen responsabilidades y obligaciones diferentes entre las naciones, pero comunes para todos los países, incluso los más pobres dado que su crecimiento está contribuyendo cada vez más al CC.

A su vez, el CC es un condicionante severo para la solución de otra crisis, la del petróleo, ya que, aunque se cuente con reservas globales para 40 años de consumo, hay crecientes indicios de que se estaría cerca del llamado pico de Hubert, a partir del cual declinaría la producción global.

Es probable que como respuesta, la producción de petróleo se incentive con mayores precios, pero estos aumentos alentarán también la sustitución y restricción de su consumo. Lo mismo que en el caso del CC, no hay una solución única en el horizonte y las alternativas son más caras excepto para el caso del gas y el carbón. Este último, del que hay reservas para por lo menos 200 años, es competitivo para la generación de electricidad. De todos modos, su utilización en lugar de petróleo no ayudaría a descarbonizar la energía como lo exige la mitigación del CC.

En cuanto al reemplazo de los derivados del petróleo para su uso directo como combustible, las tecnologías disponibles son en general más caras; la gasificación del carbón está disponible a más del doble del precio de los derivados del petróleo, los biocombustibles son casi competitivos pero su disponibilidad global por la superficie que pueden ocupar no alcanza por sí sola para cubrir la brecha que dejaría la producción de petróleo y el hidrógeno es un vector energético y no una fuente de energía primaria. El aporte del hidrógeno a la descarbonización dependerá de con qué energía se lo genere, siendo además por el momento cuatro veces más caro que los derivados del petróleo.
Las soluciones a la escasa oferta de petróleo son concurrentes en algunos casos con las de la mitigación del CC y en otros casos, opuestas. La mayor eficiencia en el uso de la energía y el menor consumo mediante su encarecimiento ayudarán en la solución de los dos problemas. El potencial de ahorro energético y de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero mediante la sustitución parcial o total entre modos de transporte es muy importante. Ello es posible incrementando el transporte público a expensas del automóvil, el uso del ferrocarril en lugar de los automotores en el transporte de cargas y personas y la navegación donde sea posible.

A mediano plazo, el diseño y transformación de las ciudades puede facilitar un menor consumo energético, no sólo en el transporte sino en la climatización de sus edificios.

En cuanto a las alternativas energéticas, en general son opciones válidas la generación de energía eólica, solar y nuclear, aunque esta última tiene otros efectos no deseables para el ambiente y la seguridad colectiva. Otras fuentesde hidrocarburos como el gas, el carbón y las arenas bituminosas pueden atenuar la falta de petróleo, pero no ayudan y en algunos casos empeoran el problema del CC.

Extracto de investigación elaborada por:

Vicente Barros
Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CONICET/UBA). Profesor emérito, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA.

Vulnerables

En nuestra vida diaria, existen condiciones de riesgo que pueden afectarnos en mayor o menor medida y que van variando a través del tiempo, como la sensación de inseguridad social, el daño a la salud que pueden producir los contaminantes ambientales, o bien las extrañas precipitaciones de granizo y muchos otros. Estos son riesgos con los que nos ecnontramos cotidianamente y que pueden transformarse en catástrofe si no estamos preparados para asumirlos, enfrentarlos y disminuirlos… en fin, gestionarlos.

 

¿Podríamos estar adecuadamente preparados para el cambio climático y soportar futuras inundaciones teniendo en cuentra nuestro actual estado de vulnerabilidad? ¿Todos los sectores sufren las inundaciones de la misma manera y pueden salir de ellas con la misma capacidad? ¿Existen las herramientas institucionales para hacer frente a la vulnerabilidad y cambio?

 

 

Si consideramos las siguientes variables…:

  • La situación socioeconómica de quienes son generalmente víctimas de catástrofes climáticas,
  • La falta de información sobre el riesgo que se  corre en determinados lugares para vivir,
  • Los altos costos económicos de las catástrofes climáticas no asumidos por las Instituciones,
  • La pérdidad en la calidad de vida de las familias afectadas,
  • La focalización en la emergencia en vez de en la prevención, y menos aún en la mitigación,

…somos definitivamente VULNERABLES.

Para seguir leyendo: http://www.uba.ar/encrucijadas/41/sumario/enc41-estamospreparados.php

Medidas de Eficiencia Energética

El análisis del consumo de energía por cada sector: Residencial, Industrial, Comercial y Público, sumado al análisis de Programas, Proyectos e Iniciativas municipales de protección ambiental y a la recopilación de normas referidas a la promoción de eficiencia, permitió elaborar una serie de medidas para implementar en los sectores antes mencionados, en algunos casos, y para mejorar en otros.

El objetivo es lograr una disminución del consumo de energía y de las emisiones de gases efecto invernadero (GEI). A continuación una breve descripción de cada una de ellas:

  1. Mejora en las características de los materiales aislantes utilizados en la construcción de los edificios destinados para vivienda y educación.
  2. En el sector comercial y público -residencial, reemplazo de lámparas incandescentes por fluorescentes compactas; y en alumbrado público utilizando lámparas de sodio de alta presión, las cuales no sólo ahorran energía sino que mejoran la calidad de la iluminación.
  3. Sustitución de heladeras por aquellas que tienen etiquetado de eficiencia energética.
  4. En el sector industrial, utilizar sistemas de cogeneración, que conducen a un ahorro en la combustión de recursos primarios y a una reducción en las emisiones de CO2 a razón de 16.6 millones de toneladas anuales.

Para seguir leyendo y conocer la fuente:Eficiencia Energetica SAyDS

¡Qué verde era mi valle!

Una de las características sobresalientes de los problemas ambientales que enfrentamos durante el presente siglo es su escala global. ¿Por qué? En buena medida debido a que todo el planeta está conectado por un medio de mezclado muy rápido: la atmósfera, cuyos componentes afectamos directa e indirectamente. El cambio global incluye, entonces, varias dimensiones: el cambio climático, las modificaciones atmosféricas, la extinción de especies y el cambio del suelo.

La agricultura es una de las actividades humanas que contribuyen a generar cambios de escala global al modificar el tipo de cobertura y el uso del suelo, como sucede en el noreste de nuestro país donde la expansión agrícola está asociada a la eliminación de bosques nativos. El resultado es un aumento en la cantidad de dióxido de carbono atmosférico.

Asimismo, las evidencias disponibles muestran que las zonas bajo agricultura aumentan las emisiones de gases traza (óxido de nitrógeno, metano) con efecto invernadero.

Pero la agricultura no sólo contribuye, sino que también se ve afectada por estos cambios globales que modifican el régimen de lluvias y provocan el aumento de la temperatura. Esto último altera procesos de desarrollo de los frutales, que necesitan acumular horas de frío para florecer, entre otras cosas dado que también aumentan las pérdidas de agua por transpiración.

Los estudios que pudieran realizarse, basados en modelos de simulación, podrían explorar tanto nuevos manejos agronómicos (por ejemplo con fechas de siembra diferentes), como el desarrollo de nuevos cultivares o híbridos con una sensibilidad diferente a la temperatura como estrategia de mitigación.

Para más información

http://www.uba.ar/encrucijadas/41/sumario/enc41-queverdeeramivalle.php

A la captura del carbono!

Según cuenta el informe sobre Mitigación del cambio climático mediante la captura de carbono, presentado en la Segunda Comunicación Nacional de la Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, se hizo durante el año 2007 una selección de programas potenciales que tienen como finalidad el secuestro de carbono abarcando tres áreas diferentes:

  1. Gestión sustentable de bosques nativos
  2. Forestación y nuevas cuencas forestales
  3. Bioenergía a partir de recursos forestales

La gestión sustentable de bosques nativos implicaría investigación y gestión sustentable de los ecosistemas además del fortalecimiento de los Parques Nacionales. En la totalidad de sus programas, cubriría 18 millones de hectáreas contribuyendo a limitar la deforestación y generando flujos positivos de secuestro por 2 millones de toneladas de carbono al año.

La forestación, por su parte, requiere de investigación y desarrollo de mejoras en especies, en legislación y en tecnología forestal. En consecuencia se ampliaría la superficie forestada en 1.7 millones de hectáreas, alcanzando un secuestro de 11.5 millones de toneladas de carbono anuales.

Por último, la generación de Bioenergía requiere de la promoción y etsrategia sobre biocombustibles, permitiendo la reducción en las emisiones netas de carbono de 540 mil toneladas de carbono anuales, al sustituir combustibles fósiles por madera.


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