Básicamente hasta el presente en los grandes ecosistemas intervenidos de América Latina (pampa, chaco, patagonia, campos, cerrados, llanos, altiplano) el suministro de alimentos ha sido posible gracias a la ampliación de la superficie dedicada a la producción (crecimiento extensivo) por la cual el sector silvoagropecuario y acuícola ha intentado satisfacer la demanda por alimentos bajo un continuo crecimiento poblacional. La intensificación de la producción por unidad de superficie no ha sido la constante ni el enfoque en los programas y políticas de desarrollo agrícola.
La continua expansión de la frontera agropecuaria ha conllevado a una presión significativa sobre los recursos naturales renovables, especialmente suelos y aguas, generando impactos negativos relevantes en su estado, y por ende en la capacidad de respuesta para sostener la producción futura de alimentos.
En el escenario actual de cambio climático cuyos impactos han sido estimados (Cuadro 1) recientemente por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (1) (2007a) se visualizan riesgos mayores sobre la seguridad alimentaria específicamente en las poblaciones rurales. Además, se afectarán las fuentes de energía disponibles, y las funciones ambientales de los ecosistemas de los territorios en desarrollo.
Estas alteraciones (positivas o negativas) han determinado un escenario de mayor incertidumbre (riesgo) respecto a la sostenibilidad de la producción basada en los recursos naturales y el resguardo de la seguridad alimentaria, en función del surgimiento de condiciones de alteración de los agroecosistemas (2) (vulnerabilidad), así como por nuevas presiones debido a los requerimientos de intensificación productiva (amenaza) para sostener a una sociedad creciente en su demanda por alimentación y energía. Dado que la intensificación es un proceso que presenta limitaciones dadas por la tecnología, legislación y costumbres, para desarrollar una propuesta de “intensificación sostenible” se deben tener en cuenta diversos enfoques con una perspectiva integradora de los costos y beneficios que representa su incorporación, los derechos y deberes que se deben respetar y entregar, y las virtudes de las comunidades que podrán adoptarla (dimensión sociocultural). En este sentido América Latina y el Caribe presenta una de la más diversa y compleja gama (Cuadro 2) de sistemas agropecuarios del mundo.
La intensificación sostenible de la producción en agro sistemas intervenidos se la puede definir como un “conjunto de políticas, incentivos, tecnologías que permitan y/o promuevan el uso racional intensivo y sostenible de los recursos naturales y de la tecnología para asegurar la seguridad alimentaria local y nacional y el desarrollo económico en el marco de la conservación de los recursos naturales renovables”.
Se prevé que la intensificación sostenible de la producción puede ser una respuesta al cambio climático en algunos agroecosistemas intervenidos, si se acompaña de un conjunto de políticas, incentivos, y tecnologías que permitan y/o promuevan un uso racional intensivo y sostenible de los recursos naturales para asegurar alimentos a nivel local y nacional, en el marco de una producción económica y ambientalmente viable. Entre los 16 agroecosistemas indicados se puede visualizar que en 8 de ellos existen opciones válidas a traves de la estrategia de intensificación de la producción. Estos serían: i) con riego ; ii) basado en el uso de recursos forestales , iii) Intensivo mixto , iv) mixto cereales-ganadería (Campos) , v) templado húmedo mixto con bosque ; vi) mixto extensivo (Cerrados y Llanos); vii) templado mixto (Pampas); vii) seco mixto extensivo ( Chaco); y viii) sistemas acuícolas.
Un escenario de intensificación sostenible de la producción de esta magnitud podría ser una opción aplicable al 69% de la superficie productiva de la Región dónde habita el 50% de su población rural.
Considerando que un agroecosistema cumple una doble función: sostener el sistema productivo per-sé (función productiva), y brindar servicios ambientales al entorno (función ambiental), mediante sus características biofísicas y socioeconómicas, dentro de esta propuesta es central la pregunta: ¿cuáles son las tecnologías que permitirán dar sustento a la producción de alimentos, cuando se intensifica un sistema de producción sin disminuir la capacidad del territorio para conservar el suelo y mantener la diversidad biológica?
Esta estrategia reúne aquellas tecnologías o herramientas de intensificación acorde con la vulnerabilidad del propio agroecosistema, considerando características biofísicas y socioeconómicas sin poner en riesgo las funciones ambientales de la actual y futura intervención. En este contexto, poder proponer la estrategia de intensificación sostenible acorde al riesgo ambiental de cada agroecosistema, significa contar con la determinación de categorías de riesgo, para las cuales se asociarán diversas herramientas o tecnologías existentes.
En primer lugar están las tecnologías que permitan un uso eficiente del agua y el suelo, sin afectar irreversiblemente sus características biofísicas, ya sea por su acción directa o indirecta a través de los residuos generados (líquidos, sólidos y gaseosos). Así, las tecnologías que promueven la eficiencia en el uso del agua a bajo costo de operación (bajo consumo de energía, variedades tolerantes a sequía), como aquellas que reemplazan al bromuro de metilo y permiten lograr sanidad del suelo sin eliminar gases a la atmósfera.
También se encuentran aquellas estrategias de producción que promueven un uso más eficiente de insumos (incluye al riego) a través de especies mejoradas que logran una mayor producción de materia seca por volumen de agua, o aquellas que logran una mayor respuesta a la aplicación de fertilizantes(N, P y K), o otras que se adaptan de mejor manera a condiciones edafoclimáticas extremas (periodos prolongados de inundación).
La intensificación sostenible de la producción requiere de contar a nivel del productor con tecnología apropiada y sistematizada para:
– manejar los sistemas productivos agrícolas, ganaderos y agroforestales a través de la incorporación de variedades resistentes a plagas y enfermedades, MIP, labranza mínima y agricultura de conservación, buenas prácticas agrícolas y ganaderas considerando la valoración económica, social y ambiental de las prácticas promovidas.
– integrar tecnologías existentes tales como: aumento del rendimiento de los cultivos a través del mejoramiento de la gestión, cultivos genéticamente modificados con liberación comercial regulada y apropiados a las condiciones de los pequeños y medianos productores, sistemas de recomendación de fertilizantes y agricultura de precisión.
– aumentar la productividad animal a través del mejoramiento nutricional de ganado, aditivos dietéticos e impulsores de crecimiento, aumento de fertilidad animal, fuentes de alimentación bioenergéticas, digestión anaerobia de lodos, sistemas de captura de CH4 y nuevas tecnologías para eliminar metano CH4, tales como aceites en ración alimenticia animal.
– considerar las experiencias relacionadas al desarrollo de mercados dónde se transan los servicios ambientales generados por un agroecosistema en particular. Lo anterior, poniendo especial énfasis en el tipo de servicio, los sistemas de valoración socioeconómica existentes, las metodologías para determinar la disposición a pagar, la legislación que sustenta los derechos sobre los servicios, y los mecanismos utilizados para activar y mantener dicho mercado.
Es importante considerar a priori la utilización de indicadores que permitan verificar los avances en la implementación de las estrategias sobre intensificación sostenible. Estos indicadores deben permitir medir la vulnerabilidad de cada agroecosistema, el riesgo ambiental, y los impactos obtenidos
(intensificación de la producción, ganadería ovina sostenible, desempeño económico, factibilidad de aumento de la tecnificación, fragilidad de laderas, entre otros).
La intensificación sostenible implica la creación y/o el fortalecimiento de instituciones o incentivos adecuados al sector privado y adquirir conocimientos básicos sobre tecnologías adaptativas tales como:
– Evaluar las posibles consecuencias económicas y formular planes de acción con varios frentes para informar al sector privado y promover la adaptación. Esto podría incluir el fomento de las prácticas agrícolas destinadas a producir cultivos resistentes a la variabilidad climática (por ejemplo, las resistentes a la sequía), el uso más eficiente de recursos hídricos o, en los casos más extremos, la reasignación de mano de obra y el capital agrícola a sectores más productivos con mayores ventajas comparativas.
– Promover que las señales emitidas por los precios incentivan la adaptación a estas tecnologías. Esto puede afectar la política fiscal, el marco normativo, los sistemas de seguros (por ejemplo, podría ser útil eliminar los sistemas de seguros que fomentan el desarrollo en regiones expuestas a inundaciones costeras), y el régimen de derechos de propiedad.
– Incentivar la investigación y el desarrollo para aprovechar o crear tecnologías en los sectores energético, hídrico, agrícola, forestal y ganadero. Los objetivos consistirían en crear nuevas variedades a traves de mejoramiento genetico asistido por biotecnologia de cultivos o razas animales que puedan adaptarse a los cambios probables en la intensidad y frecuencia de las precipitaciones, economizar recursos hídricos y combustibles fósiles, controlar la infestación por plagas, y adaptarse a los efectos de un clima más cálido. Para alentar la investigación en estas áreas, podría ser necesario otorgar subvenciones a universidades e institutos de investigación u obtener financiamiento de la comunidad internacional.
Dado que la producción agropecuaria, forestal y acuícola de agrosistemas intervenidos en ALC esta limitada por la adopción de biotecnología, legislación y costumbres, el desarrollar una propuesta de “intensificación sostenible” implica tener en cuenta los diversos enfoques con una perspectiva integradora de los costos y beneficios que representa su incorporación, los derechos y deberes que se deben respetar y entregar, las virtudes de las comunidades que podrán adoptarla (dimensión sociocultural) y sin afectar la sostenibilidad de los ecosistemas y paisajes productivos, y a la vez garantizar la seguridad alimentaria y la calidad de vida de la población.
Referencias
(1) Documento “Cambio Climático 2007: Impacto, Adaptación y Vulnerabilidad” correspondiente al segundo volumen del Cuarto Informe de Evaluación del IPCC.
(2) Agroecosistemas son aquellos ecosistemas intervenidos y no intervenidos cuyo uso sea para agricultura, ganadería bosques, y ambientes acuícolas terrestres.
Juan Izquierdo Fernández
Oficial Principal de Producción y Protección Vegetal,
Oficina Regional de la FAO para America Latina y el Caribe